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INTRODUCCIÓN



                         Como veremos en las páginas que siguen, los sucesores de Torrijos
                  al mando de las Fuerzas de Defensa y los civiles al presunto frente del go-
                  bierno de la República de Panamá dieron abundantes y convincentes prue-
                  bas, en las elecciones de 1984, de seguir con fidelidad aquel principio To-
                  rrijista, eminentemente dictatorial, que dice: “El primer deber de un go-
                  bierno es no dejarse tumbar”. En otras palabras, las autoridades militares y
                  civiles de Panamá participaron directa e indirectamente en el fraude electo-
                  ral que se realizó antes, durante y después de las elecciones del pasado 6 de
                  mayo. El fraude mencionado dio como resultado la promulgación ilegitima
                  del Dr. Nicolás Ardito Barletta como Presidente Electo de la República,
                  burlando así la decisión de la mayoría de los panameños que habíamos es-
                  cogido, a través del voto, al Dr. Arnulfo Arias Madrid como presidente de
                  la República de Panamá.

                         ¿Cómo fue el fraude? ¿Dónde hicieron la trampa? ¿Cuántos votos se
                  robaron? ¿Cómo se los robaron? Este libro pretende contestar éstas y otras
                  preguntas que se han hecho y continúan haciéndose miles de panameños y
                  no pocos extranjeros.

                         Ahora bien, el fraude electoral que trata este libro fue un delito, en
                  cierta forma, diferente a un delito común y corriente. Aquí no hay un “re-
                  vólver humeante” como prueba singular del crimen cometido. Aquí hay
                  muchos delitos de diversos tipos, muchas violaciones a la ley electoral,
                  muchos pequeños y medianos fraudes, por decirlo así, que en su conjunto
                  dan como resultado final que el perdedor sea proclamado como ganador.
                  Todas estas acciones delictivas son el “revólver humeante”, la prueba irre-
                  futable del gran fraude electoral.

                         Por lo tanto, hablaremos del fraude electoral en singular, pero el lec-
                  tor queda advertido que ese delito es la conjunción de un número plural de


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