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censura. Pero estricta censura no era suficiente control y el régimen deci-
                  dió apropiarse de la Editora Panamá América, S.A., la cual era propiedad
                  de la familia Arias Guardia, sobrinos del entonces recién derrocado presi-
                  dente Dr. Arnulfo Arias.

                         Para lograr este objetivo, se valieron de un accionista minoritario,
                  pariente político de los dueños, quien se prestó a los designios dictatoriales
                  de Torrijos. Luego, un Juez, utilizando argucias legales y, obviamente, si-
                  guiendo órdenes superiores, decretó la liquidación de la empresa sin existir
                  ningún reclamo de acreedores. Esta aberración jurídica no impidió, quizás
                  más bien ayudó a que el Juez en cuestión llegara más tarde a la Corte Su-
                  prema de Justicia.

                         Así nació ERSA, la cual no solamente se apropió de los diarios men-
                  cionados, sino también de la maquinaria, bienes raíces y acciones de otras
                  empresas panameñas que poseía Editora Panamá América, S.A. El valor
                  informativo de los diarios publicados por esta empresa es limitado. Son
                  esencialmente un vehículo para “desinformar” y manipular la opinión pú-
                  blica.

                         Con relación al control que sobre ellos ejerce el Estado Mayor, po-
                  demos decir, sin temor a equivocarnos, que es un control estricto y firme.
                  Un verdadero control militar. En efecto, el Director de Matutino ostenta el
                  rango de suboficial del Servicio de Inteligencia de las Fuerzas de Defensa.
                  El nombramiento de los otros directores, así como de los administradores,
                  está sometido al visto bueno del Comandante en Jefe. Por lo demás, a título
                  de ejemplo, cuando Paredes estaba al frente de la Guardia Nacional y
                  cuando sus planes de llegar a la Presidencia estaban en su apogeo, ordenó
                  el traslado de algunos periodistas de ERSA, a los que no consideraba sufi-
                  cientemente leales, e instaló una junta de censura para “impedir que se pu-
                  blicaran informaciones que pudieran perjudicar sus intereses”.
                                                                                        16
                         Noriega, a su debido tiempo, también alteró el cuerpo de funciona-
                  rios de ERSA para ajustarlo a sus preferencias personales. No cabe pues, la
                  menor duda, de que ERSA sigue los dictados del Estado Mayor al pie de la
                  letra.

                         Durante la campaña los diarios en cuestión no aceptaron propaganda
                  de la ADO y se caracterizaron por la diatriba y la adulación. Algunos días
                  parecían órganos de información de la UNADE, en efecto lo eran, pues en


                  16  Mario Martínez Puente, presidente del Sindicato de Periodistas de Panamá, carta pública a Rubén D.
                  Paredes, La Estrella de Panamá, mayo 4, 1984.
                                                                                                    51
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