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menor duda que los diputados venezolanos conocían muchos de los deta-
lles del fraude que hemos relatado en las páginas anteriores.

Las agencias de noticias y las revistas internacionales se habían en-
cargado de mostrarle al mundo la realidad del fraudulento proceso electo-
ral panameño. Leamos a continuación algunos segmentos, los cuales se pu-
dieran multiplicar fácilmente si se quisiera, de la prensa internacional sobre
el particular:

“Hoy, la duda razonable sobre la limpieza de las elecciones de la que
hablamos ayer se ha transformado en la certeza absoluta de fraude para la
oposición”.
ABC, Madrid, 11 de mayo de 1984, pág. 31.

“Los candidatos: Nicolás Ardito y Arnulfo Arias. El primero apoyado
por el gobierno, es decir, por la Guardia Nacional. El que debe ganar
naturalmente por amplio margen. El segundo, Arias, el de la oposi-
ción, el que debe perder, aunque gane, porque así están dispuestas
las cosas.
… efectivamente el día de las elecciones [Arias] obtuvo la victoria.
Pero como la Guardia Nacional no estaba de acuerdo con ese triunfo,
diez días después perdió por 1,7000 votos”.

El Tiempo, Bogotá, 21 de mayo de 1984, pág. 3A.

“El propio Presidente del Tribunal Electoral de Panamá, el catedrático de
Derecho Constitucional, César Quintero, ha declarado a nuestro enviado
especial Joaquim Ibarz que, efectivamente, ha habido fraude en las elec-
ciones presidenciales celebradas el pasado 6 de mayo”.

La Vanguardia, Barcelona, 21 de mayo de 1984, pág. 5.
El texto completo del artículo de Ibarz se encuentra en el Anexo No. 15.

“Una semana en Panamá conversando con gentes de todos los parti-
dos políticos y con personas del pueblo basta para darse cuenta de un sen-
tir unánime de la opinión pública –la no manipulada— que piensa que la
Guardia Nacional se robó las elecciones. Mil y pico votos es demasiado
poco para ocultar el fraude. Suspensión del conteo de votos y de las trans-
misiones por televisión, escrutinios escamoteados, datos contradictorios y

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