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“Los votantes panameños estaban comprensiblemente confusos. Ha-
bían transcurrido 11 días desde que votaron en las primeras elecciones
presidenciales desde 1968, pero todavía no había un ganador. Por último,
el Tribunal Electoral anunció la semana pasada que Nicolás Ardito Barletta
sería el próximo jefe del gobierno. Los partidarios de Barletta, cantando y
agitando banderas, se reunieron en las afueras del Palacio Legislativo. Pero
Barletta jamás apareció. En su lugar, el Presidente del Tribunal, César
Quintero, hizo una sorpresiva aparición. ‘No tenemos un Presidente, dijo,
no hay nada oficial’. Entonces, horas más tarde, el Tribunal una vez más
proclamó a Barletta el triunfador. Los Panameños tenían un Presidente
pero también tenían un montón de preguntas.
La tormenta sobre los resultados puso en circulación un viejo adagio pa-
nameño: ‘el que escruta, elige’.
No sería la primera vez que las fuerzas armadas han intervenido en las
instituciones democráticas de Panamá: cada uno de los períodos de Arias
como Presidente terminó en un golpe militar. Aún el Presidente del Tribu-
nal, Quintero, un distinguido y tercamente independiente abogado, admi-
tió que pudo haber irregularidades”.
Newsweek, New York, mayo 28, 1984, pág. 16.
“De acuerdo con observadores de las elecciones existe evidencia prima
facie que justifica investigar un número de irregularidades, incluyendo el
robo y alteración de actas”.
Financial Times, Londres, 18 de mayo de 1984 pág. 5.
“Panamá ha vivido en los últimos años una carrera desenfrenada por lle-
gar lo antes posible lo más arriba posible en un círculo vicioso de corrup-
ción que ha provocado que el pueblo panameño no crea en sus dirigentes,
sean estos civiles o militares. La culminación han sido unas elecciones so-
bre las que han flotado todas las sospechas posibles de fraude y que han
contribuido a crear un ambiente de tensión y malestar entre la población
que, antes o después, puede aflorar con resultados dramáticos.
Después del caos del escrutinio, creando las condiciones propicias para
un fraude, los seguidores de la oposición nunca dejarán de creer que Ar-
nulfo Arias ha sido el ganador de las elecciones. La población se acercó a
las urnas en completa libertad y con garantías iniciales de limpieza, pero
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