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Por otra parte, el Departamento de Tránsito y Transporte Terrestre
de las Fuerzas de Defensa, prohibió a los propietarios de los medios de
transporte público que llevaran manifestantes a las concentraciones de los
partidos de oposición y, sin embargo, obligaron a los mismos propietarios
a transportar ciudadanos a los mítines de los partidos de Gobierno. Este
férreo control del transporte público se debe, principalmente, a que desde
1969, el Departamento de Tránsito de las Fuerzas de Defensa determina, a
su antojo, quien puede dedicarse a la actividad del transporte mediante el
otorgamiento o la suspensión de los llamados “cupos”.
El viernes 28 de abril de 1989, las Fuerzas de Defensa celebraron
una concentración a la que fueron obligados a asistir los empleados
públicos de todo el país. En dicha reunión abundaron las banderas de los
partidos oficialistas y el general Noriega dio un respaldo descarado a los
candidatos de dichas agrupaciones.
Además, durante la campaña electoral, tanto el general Noriega
como el Ministro Encargado de la Presidencia tuvieron pública injerencia,
en contra de mandatos expresos de la Constitución Nacional y del Código
Electoral, en las actividades proselitistas de los candidatos de los partidos
gobiernistas. En este orden de cosas, el general Noriega advirtió que las
Fuerzas de Defensa no serían convidados de piedra en ningún triunfo que
no fuera el de los candidatos de la alianza gobiernista. Por su parte, el
Ministro Encargado de la Presidencia sostuvo múltiples reuniones con los
empleados públicos para presionarlos, abiertamente, a votar por la nómina
oficialista y llegó al extremo de proclamar la necesidad de “liquidar” a los
adversarios.
En varios cuarteles de las Fuerzas de Defensa se colocaron dos
letreros, uno de los cuales se leía “Fuerzas Amigas” y en el aparecían los
nombres de los ocho partidos de Gobierno, y en el otro, con el título
“Fuerzas Enemigas”, contenía los nombres de los partidos de oposición. A
mayor abundamiento, el personal de tránsito de las Fuerzas de Defensa
facilitó el acceso a las manifestaciones de los partidos de Gobierno y abrió
paso a las caravanas de automóviles efectuadas por dichos partidos,
mientras hostigaba sistemáticamente los eventos de los partidos de
oposición.
Por otra parte, los empleados públicos, con inclusión de los
miembros de las Fuerzas de Defensa, fueron continuamente utilizados
durante la campaña electoral a favor de los partidos oficialistas. Como
queda dicho, miles de funcionarios tuvieron que asistir a las
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