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para informar a los ciudadanos el número específico de su mesa, y al llegar
                  a ella no aparecían en el listado final.

                         Los partidos de oposición habían tenido un anticipo de esta manipu-
                  lación. En las primeras versiones de los registros resultantes del Censo
                  Electoral de 1982 no aparecían más de 5,000 miembros inscritos del Par-
                  tido Demócrata Cristiano y más de 9,000 miembros del MOLIRENA.

                         Pero, como veremos más adelante, el fraude “cibernético” no se li-
                  mitó a sustraer votantes, sino también a añadir.

                         El Código Electoral contempla que ciertos empleados públicos, de-
                  bido a las funciones asignadas el día de las elecciones, puedan votar en una
                  mesa distinta a la habitual. Por ejemplo, un guardia nacional residente en
                  San Miguelito normalmente votaría en ese sector, pero si el día de las elec-
                  ciones está asignado al Cuartel Central, podría votar en una mesa cerca del
                  mencionado cuartel. Esto es perfectamente lógico, pero puede prestarse a
                  la doble votación. Y eso fue, precisamente, lo que sucedió.

                         Veamos los detalles.

                         Las entidades oficiales, cuyos empleados calificaban para votar
                  fuera de su mesa, por ejemplo, médicos, bomberos, guardias, tenían la
                  obligación de suministrar estos nombres 20 días antes de las elecciones al
                  Tribunal Electoral quien, a su vez, debía entregárselos, en el llamado “Lis-
                  tado Especial”, a los partidos políticos 10 días antes del 6 de mayo. De esta
                  forma los partidos dispondrían del tiempo necesario para alertar a sus jura-
                  dos en las mesas afectadas de que habría un número determinado de votan-
                  tes fuera de lista en sus mesas respectivas y también para confirmar que es-
                  tos votantes solo podían votar una vez.

                         El martes 24 de abril, habiendo transcurrido 9 días de la fecha en que
                  las entidades oficiales debían haber entregado los nombres respectivos al
                  Tribunal Electoral, Félix Gómez, Director de Organización Electoral, de-
                  claró, como informó La Prensa, que “… las Fuerzas de Defensa no habían
                  enviado ningún nombre y que sólo tenía nueve nombres enviados por el
                                             24
                  Hospital de Penonomé”.
                         Sin embargo, el Tribunal Electoral confeccionó un “Listado Espe-
                  cial” con más de 17,000 nombres, entre los cuales había aproximadamente





                  24  La Prensa, abril 30, 1984, pág. 1A.
                                                                                                    70
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