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A raíz de la salida de Aristides Royo en julio de 1982, Rubén D. Pa-
redes, en ese entonces Comandante en Jefe de la Guardia Nacional, “ins-
truyó” al recién nombrado Presidente Ricardo De la Espriella, que efec-
tuara ciertos cambios en la administración pública, cuyo presunto objetivo
era la democratización del país.
Entre las instrucciones transmitidas a De la Espriella, públicamente
y en una cadena de radio y televisión, se encontraba la reorganización del
Tribunal Electoral. Paredes, sudoroso y agitado, ordenó también en esa
ocasión, con su tristemente célebre frase dictatorial: “Desde ya”, el cierre
por una semana de todos los periódicos. El cierre de La Prensa realmente
pues los periódicos de ERSA y La Estrella de Panamá no representaba
para Paredes ningún problema.
Se reorganizó entonces el Tribunal Electoral, pero lamentablemente
los cambios que se dieron no afectaron la característica principal de dicho
Tribunal, la cual era y sigue siendo, la sumisión a los designios del Estado
Mayor de las Fuerzas de Defensa.
Veamos cuáles fueron estos cambios.
La Constitución Nacional estipula que los tres miembros del Tribu-
nal en cuestión sean nombrados por el Órgano Ejecutivo, Judicial y Legis-
lativo, respectivamente. De la Espriella puso a disposición de los partidos
políticos de oposición el magistrado que a él le correspondía nombrar y so-
licitó nombres al respecto. Sin embargo, los partidos de oposición no pu-
dieron ponerse de acuerdo y, en vista de esta situación, nombró al Dr. Cé-
sar Quintero, quien aparecía en la lista de notables presentada por la oposi-
ción, a solicitud del gobierno, para reformar la Constitución.
Quintero reemplazó al magistrado Luis Carlos Noriega (q.e.p.d.),
hermano del general Manuel Antonio Noriega, quien a la sazón se encon-
traba en la Guardia Nacional esperando el momento de darle el golpe a Pa-
redes. Además, de su obvia relación con las Fuerzas de Defensa y la poca
imparcialidad que esto representaba, la imagen del magistrado Noriega ha-
bía perdido considerable reputación al descubrírsele, hacía mes y medio,
una cuenta bancaria por 4 millones de balboas, siendo él, aparentemente,
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